Shemhamphorash




"Shem Hamforash, Shemhameforash o Shemhamphorasch" [שם המפורש] es la palabra hebrea más reconocida entre los Satanistas, que significa "el nombre oculto", que fue tomada por Anton LaVey (autor de la Biblia Satánica), de los Judíos Kabalistas al utilizarla para comunicarse con su dios por medio de su "nombre secreto".

Anton LaVey tomó "Shemhamforash" para utilizarla en los rituales del deseo, compasión y destrucción efectuados por los satanistas. De hecho, aparece mencionada en la Biblia Satánica siete veces, acompañada de "Hail Satan". Inclusive dentro de la Church of Satan permanece la controversia, ¿por qué LaVey habrá tomado está palabra hebrea del Judaísmo?

En la web The Church of Satan explica que LaVey creía que al pronunciarla era definitivamente una "blasfemia", garantizando la condenación eterna a quienes la pronunciasen. Pero es debidamente refutable desde la perspectiva judaica, se trata de un "atributo sustitutivo" porque ciertamente nadie conoce el nombre de su dios.

En el Judaísmo Esotérico de la Kabbalah lo usa con 4, 12, 22, 42 ó 72 consonantes hebreas, incluso el "RamBam" Maimónides creía que debía utilizarse sólo con 4 letras como el Tetragrámaton. Mientras los talmúdicos y cabalistas creen que la versión con "72 Nombres" era una llave secreta utilizada por el Rey Salomón, y mucho antes utilizada por Moisés para abrir el Mar Rojo. Y aún más, creen que realmente se trata de los "nombres de ángeles" para invocar a su dios, que pueden invocarse por medio de los Salmos y contrarrestar la manifestación de los demonios más dominantes, y precisamente la versión 72 es la del interés del Satanismo.

El Judaísmo kabalístico es "Espiritismo" en su más pura esencia y es "peligroso y demoníaco" ante la fe cristiana u otras corrientes teístas. Tenía sentido que LaVey al encontrarse con esto, se viese impactado por su belleza satánica, "espiritista y diabólica".

Según el libro "The Church of Satan", Michael Aquino explica que "Shem ha’Meforash" es el llamado “Nombre de 72”, por ello los Padres de la Iglesia durante los 1,500s lo consideraron una herramienta de Magia Negra. Un siglo después apareció en el título de un texto mágico que supuestamente contenía hechizos judíos kabalistas para invocar espíritus y atacar a los enemigos. Y ese texto luego resurgió como parte del Sexto y Séptimo Libros de Moisés, cuya mera posesión se decía "condenaba al Infierno".

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